Mié. Sep 18th, 2024
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Vanesa Martín hace honor a su nuevo álbum. Su actuación de esta noche, en Festival Mil·leni, convierte el Palau Sant Jordi en una balsa de sentimientos en la que el público soñaba con cada acorde.

La artista no pudo escoger mejor título para su último álbum, en cada concierto ama cada canción que canta y el público lo adora y lo vive con tal intensidad que el Munay que transmite hace realmente borrar cualquier herida de los allí presentes sólo al escucharla.

Vanesa hizo la combinación perfecta de canciones alternadas con su querido humor malagueño que lucía sonrisas entre su querido público. A mitad del concierto y dando paso a la siguiente canción de la noche, Vanesa explicaba que algunas de sus canciones cuentan momentos y sentimientos de su vida, y otras que cuentan las de personas que conoce o momentos de inspiración, fue en ese momento cuando dio a conocer una historia personal que tuvo lugar en la Sala Bikini de Barcelona hace unos años, “una mujer de unos 50-y-pocos años me entregó un sobre rojo en el que me contaba su propia historia, una historia que me a acompañado desde entonces y que me ha resultado imposible dejar a un lado” relataba la artista, cuando cayó en preguntar si esa mujer estaría allí en ese momento. Sin creer que ello podía suceder, entre el gentío a pie de escenario empezaron a verse manos señalando a un mismo punto y los focos de pista se centraron en él, efectivamente, Paqui estaba allí.

La fan no daba crédito, no solo por subir al escenario sin haber pensado esa mañana que aquello podía suceder, sino también por el asombro de que su ídolo había leído su carta. A voz de micrófono, Paqui le dio las gracias por dedicar tiempo de su ajetreada vida a leer su propia historia y quiso agradecerle el munay que sentía por sus letras. Gracias a la artista, la fan reconocía que había conseguido evadirse de los problemas y sobrepasar los baches que en la carta le escribía, tratando de transmitir a la artista que no era consciente de lo que sus canciones llegaban a transmitir y aportar a la vida de los allí presentes. Al ritmo de “Paqui somos todos” el Palau se despedía de Paqui para dar paso al desenlace del concierto, un concierto cuyo público transmitió con cada suspiro al escuchar el primer acorde de cada tema, con cada lágrima, sonrisa y salto de alegría, el munay que la artista es capaz de generar en cada uno de sus fans por su propia obra y creación.

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