A las 9 en punto de la noche, el Movistar Arena apagó las luces y una cuenta atrás de diez minutos encendió la expectación. Mientras los números descendían, el público observaba una escenografía que simulaba una casa colombiana: el hogar donde —como explicaría después el propio Manuel Turizo— habían nacido muchas de sus canciones. Durante esos minutos previos, la casa se iluminó con luces rojas, y en su interior se veía a varias personas limpiando los cristales y ordenando el espacio, como si se preparara para recibir a los miles de fans que llenaron el recinto.

Al terminar la cuenta atrás, se proyectó un vídeo en el que aparecía la puerta de esa misma casa, con el número 201 grabado en ella, una referencia directa al título de su más reciente disco y al lugar donde comenzó todo. Con el cierre del vídeo, las luces explotaron en color y comenzaron a sonar los primeros acordes de Mala Costumbre, dando paso a una apertura vibrante con bailarines y bailarinas que prepararon la entrada triunfal de Manuel Turizo.
Desde ese momento, la energía no bajó ni un segundo. El artista colombiano ofreció un concierto impecable, lleno de emoción, ritmo y conexión con el público. Además de los temas de su álbum 201, interpretó algunos de sus grandes éxitos, entre ellos 1000Cosas, Pecao, Una Vaina Loca, Vagabundo, El Merengue, Una Lady Como Tú y, por supuesto, La Bachata, que hizo vibrar a todo el recinto.

Uno de los momentos más especiales de la noche llegó cuando Turizo invitó al escenario a Lucas Paulano, el niño con el que ganó La Voz Kids. Juntos interpretaron Culpables, emocionando al público y demostrando la complicidad y el cariño que los une desde entonces.
A mitad del concierto, el ambiente cambió por completo. Las luces se atenuaron y comenzó una parte más íntima y emocional, marcada por el piano y las melodías suaves. Fue entonces cuando Manuel Turizo interpretó Quiéreme mientras se pueda, un momento cargado de sentimiento. Antes de empezar, pidió al público que encendiera las luces de sus móviles y que aprovecharan para decirles a sus familiares y amigos cuánto los querían. Primero la cantó con una base lenta, acompañado solo de un pie de micro, y poco a poco fue subiendo la intensidad hasta convertirla en una versión más rítmica, que hizo que todo el recinto volviera a ponerse de pie para bailar y cantar con él.

El concierto, completamente sold out, dejó claro el amor que Madrid siente por el artista colombiano. Cada canción fue coreada con fuerza, y el público no dejó de bailar ni de aplaudir en toda la noche. Con su carisma natural y su cercanía, Turizo no solo ofreció un espectáculo, sino una celebración de sus raíces, de su música y del vínculo que ha construido con España.
Manuel Turizo volvió a demostrar que es una de las grandes referencias de la música colombiana en el mundo, y que en Madrid tiene una casa llena de admiradores que ya esperan su regreso.

