La noche del viernes fue una de esas que quedan para siempre en la memoria. Manuel Carrasco regaló a sus fans el cierre de gira más especial y emotivo que podían imaginar. El Palau Sant Jordi de Barcelona, lleno hasta la bandera, recibió a un público entregado desde el primer minuto y repleto de sorpresas que hicieron la velada inolvidable.
A tan solo pocos minutos de empezar, el público coreaba el nombre del artista y la emoción se palpaba en el ambiente. Fue poco después de las nueve de la noche cuando las luces se apagaron, los espectadores enloquecieron y, tras un vídeo de presentación, Manuel Carrasco apareció.

Comenzaron a sonar los primeros acordes y el de Isla Cristina dio voz al primer tema de la noche: ‘El grito del niño’, la canción con la que el artista abre el nuevo disco. Tras calentar motores, la locura se desató al ritmo de ‘Pueblo Salvaje’, el título que da nombre al álbum y a la gira.
A partir de ese momento la noche no tuvo freno y el cantante ofreció casi tres horas de música en directo al público. Entre gritos y aplausos interpretó uno de sus temas más conocidos, ‘Hay que vivir el momento’, un lema que el artista remarcó a lo largo de la velada. Se dirigió al público de Barcelona con cercanía durante toda la noche, agradeciendo y recordando lo importante que es esta ciudad para él: “Esta es una de las ciudades que más quiero y también uno de los mejores públicos que yo siempre he tenido”.
La noche fue un recorrido por sus temas más especiales y también una presentación de sus nuevas propuestas sobre el escenario. No faltaron temas como ‘Corazón y flecha’ o ‘Uno x uno’, y tampoco las nuevas melodías de ‘Sueños perdidos’ y ‘Salitre’.

Las sorpresas no faltaron: la primera invitada fue Rigoberta Bandini. La cantante catalana subió al escenario y, junto al artista, interpretaron ante un Palau Sant Jordi teñido de luces: ‘No dejes de soñar’. Tras este dúo – que consiguió poner a cantar al unísono a los fans-, un coro gospel apareció sobre el escenario para dar voz al tema ‘Que nadie’.
A continuación, Manuel Carrasco reapareció en el escenario, con un nuevo vestuario y la guitarra colgada. Llegó otra sorpresa: invitó a algunos de sus amigos catalanes a cantar junto a él en el escenario, ‘Aquella pequeñas cosas’. Seguido de esto, dedicó un fandango a la ciudad de Barcelona, con referencias que iban desde la Sagrada Familia y el Parque Güell hasta el barrio de Gracia.
Además, para rendir homenaje a la ciudad, cantó ‘Paraules d’amor’, de Joan Manuel Serrat. Unos minutos más tarde, el cantante empezó a volar por el escenario al ritmo de ‘Mi dignidad’, uno de sus recientes temas.
El artista volvió a desaparecer, pero al poco tiempo se presentó con otro vestuario al ritmo de ‘Museo del prado’ y ‘Ya no’. Cada canción enloquecía al público y hacía que se entregarán por completo, inundando de voces el Palau Sant Jordi al ritmo del de Isla Cristina.
Fue entonces cuando el final de la noche se acercaba cada vez más, pero aún quedaban canciones por cantar y bailar: ‘Tambores de guerra’, ‘Amor Planetario’, ‘Quiero vivir’ y ‘Hasta por la mañana’. Con estos dos últimos, Carrasco involucró aún más a los espectadores, incluso bajó del escenario para grabar con la cámara lo que veía desde su perspectiva, incluyendo así a sus fans en ese momento.
Manuel Carrasco regaló uno de los momentos más íntimos de la noche: sentado en medio del escenario, junto al micrófono y el piano. El Palau Sant Jordi guardó absoluto silencio para apreciar su voz en temas emblemáticos de su discografía: ‘Me dijeron de pequeño’, ‘Y ahora’ y ‘Mujer de las mil batallas’. Con esta última se creó uno de los instantes más emotivos de la velada, con la voz de todo el público sonando al unísono por encima de las notas del piano.
Además, el artista presentó un tema que ha escrito recientemente y que habla de las injusticias y los momentos difíciles que atraviesa el mundo hoy en día.
Tras este momento, volvió a subir la energía del público y el artista cerró la noche con las últimas canciones: ‘Eres’, ‘Prohibida’ y ‘La reina del baile’. Cuando parecía que todo terminaba, decidió continuar: entre gritos de alegría y emoción, la banda empezó a tocar una de las canciones más míticas de estos últimos años en su carrera, ‘Que bonito es querer’. Entre confeti, serpentinas y todo el público saltando llegaba el fin del concierto y de la gira.

El broche de oro lo pusieron ‘Tan solo tú’ y ‘Tengo el poder’. Con esta última canción, plantó una bandera sobre el escenario que simboliza el proyecto y, su equipo se sumó a él en el escenario para despedir la gira. El artista afirmó que “ha sido la mejor gira de su vida” y, antes de irse, todo el Palau Sant Jordi volvió a cantar con él ‘Hasta por la mañana’.
